Historias: El tiempo

Hace tiempo que comencé a relatar esta parte del blog, un lugar en el que más que seguir alguna regla, quería relatar momentos de mi vida, algunos con gran importancia, otros que realmente sólo dejaron un aprendizaje. Por ciertas etapas, deje de realizarlo, sin embargo, desde el día de hoy, espero que se vuelva fluido el tiempo en el que cada texto aparece, y como siempre he dicho, si te identificas, compártelo conmigo, estoy abierto a cualquier comentario, si te aburre, sólo deja de leer. Después de este punto y aparte lógico, quiero comenzar con una historia un tanto reciente, días, semanas, meses, no lo sé, pero tiene que ver justamente con eso, el tiempo, si te enredas en ella, pasa a la siguiente línea, intenta solo dejarte llevar:

Derecha o izquierda, difícil decisión de desplazamiento, y pues fue derecha. Suena raro y pocos entenderán, pero con ello comenzó todo. Parecía inequívoca aquella decisión, pero no podía estar mejor hasta lograr el encuentro. Algo que muchas personas buscan es simplemente algo casual, algo sin sentido aparente que, para quienes conocieron esa etapa de mí, saben que alguna vez no había más, pero ahora, en mis casi veinticinco, no busco más que comenzar algo que de verdad valga la pena, como pocas veces ha sucedido. Entre charlas aparecían los saludos mutuos, los likes comunes y los matches, ninguno parecía tomar un sentido más allá. Era un momento como cualquier otro, en el que por fin alguien llegó, alguien que parecía no solo estar ahí para un segundo, tan fue así, que de repente la etapa cambió, esa etapa de right or left, se había convertido en una etapa de mensajes uno a uno, no más. Pasaban los días y entre textos y textos, aquello se convirtió en lo que el tiempo deseaba para mí, para ambos. Un día, solo porque sí, decidí que seria bueno plantearle una salida, el momento ideal para vernos por primera vez. Quedamos, como jóvenes somos, y nos vimos en esa primera vez. Aquel día se convirtió, en ese instante, en uno de los más importantes y chévere desde hacía semanas, algo que no sabía si era mutuo o no. Pasó la tarde, charlamos, continuamos conociéndonos y al final, algo quedó, el hecho inminente que quería en mi vida algo más que su amistad. Querer es poder, dicen, pero depende de muchos factores, entre ellos el tiempo. El tiempo que dedicas y no te dedican, el tiempo con el que se va conociendo un par, el tiempo que tardas en ganar esa confianza, o en que tardan en brindártela, todo va creciendo o decreciendo, pero si algo es verdad, es que mi tiempo no es el tuyo, ni el de nadie más, para mi el tiempo vale, pero no vale lo mismo para vos. Este concepto fue creciendo, junto con las constantes y no tan constantes charlas, de repente, la importancia que tenia en mi vida era algo grande, parecía yo aun ese chiquillo que se enamora en el primer día. Todo parecía marchar bien, hasta que llegó la segunda salida, cuando por fin comenzamos a aclarar más que lo básico, ciertas cosas que quisieras y no quisieras que los demás supieran de ti, eso dio pie a abrirnos más y no. Seguían su transcurso los días, y por supuesto, el tiempo no paraba de llevar estos momentos que en conjunto marcarían un ideal. Llegó la tercera vez, y la no tan buena, podría decir yo pues, aunque algo más personal, permitió que mi vida se abriera más hacia una realidad, una realidad que pareció no gustarle, pero que no había más. Entre bebidas, versos y juegos, palabras que debían y no existir, ya estaban ahí. Siguió el tiempo su camino, y permitió que este concepto, poco a poco se alejará de algo que podría ser bien (o tal vez no). Al fin, y después de todos estos hechos, me aclaró nuevamente, que su tiempo no es mi tiempo, y que en el tiempo un retroceso bueno podría ser, es por ello por lo que, hasta este punto de la historia, el tiempo aún no es un comienzo y el fin por ahora sí.

©JuanDanielPaz

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