Historias: Olvido
Aún puedo llevar el conteo porque apenas es la número tres,
sin embargo, en unas cuantas más el número quedará en el olvido. Y hablando del
olvido, esta historia va sobre eso, ¿no les ha pasado que no pueden olvidar
algo o a alguien por más que lo intenten? Como he dicho en mis escritos
anteriores, si comienzan a aburrirse o esto simplemente no les llama la
atención, solamente váyanse, no lean por cortesía, no obstante, si desean
quedarse, sean bienvenidos a esas pequeñas partes de mi vida que les puedo
compartir. Me he dado cuenta hasta este punto que hoy estoy escribiendo a ‘ustedes’
y no a ‘tú’, no se a que se deba que pueda variar de personas, pero espero
tomen el mismo sentido en cualquiera de ambas formas en que narre. Comencemos:
Esta historia no es una historia melosa como puede que las
anteriores lo hayan sido hasta cierto punto, todo comienza por un desamor, el
cual no será narrado. Todo había acabado y Daniel lo único que deseaba era
borrar de su mente todas esas ideas y recuerdos de lo bonita que había sido aquella
etapa de su vida. Por primera vez una lágrima brotó por alguien, por primera
vez parecía tener un corazón roto, aún su inmadurez no le daba oportunidad de
no llorar y pasar por alto las cosas. Era un tiempo de verano, un verano que había
sido muy especial, un verano en el que una serie de sucesos relevantes habían
tomado lugar, un verano enamorado. Para Daniel no quedaba más que soltar un
pequeño mar de lágrimas por primera vez, sólo unos días del esperado regreso a
clases, pasaba las tardes disfrutando de aquella caricatura de Cartoon Network,
pasaba las tardes intentando ahogar aquello que llamaba dolor. Un nuevo
concepto en su vida aparecía, el olvido, ese olvido que poco a poco tenía que
ir llegando, ese olvido que una amiga de preparatoria había alguna vez
aconsejado. Parecía tener un dedo del pie dentro de su habitación, había algo
que evitaba que el olvido entrara totalmente. En la habitación aún yacía el
amor, tal vez era eso lo que le impedía entrar. Pasaron los días y aquello se volvía
más intenso, parecía que entre el amor y el dolor apaleaban a aquel nuevo
concepto, olvido. Un día del último fin de semana antes del regreso a clases,
Daniel estaba solo, y decidió que debería haber un cambio para el resto de su
vida, que como muchos han sido provocados por una relación amorosa. El sol parecía
radiante y el olvido yacía a la entrada de su habitación, Daniel se levantó aún
temeroso y con una sonrisa no muy contundente lo dejo entrar en su habitación.
No sé si se han presentado alguna vez, o son los típicos mal educados que no
suelen hacerlo, pero el olvido no es así, por lo que sin más y con premura se
presentó. Daniel estaba de pie a lado de su cama, no había tenido tiempo
siquiera de decir una palabra, cuando el olvido comenzó a parlar. Muchas fueron
las premisas que el olvido enunció, muchas fueron las premisas que Daniel
comprendió, pero un par de ellas
hicieron que el olvido de la vida de Daniel en parte se convirtiera,
parafraseándolas un poco se las comparto aquí: el olvido llega en cuanto el
hombre lo necesita, aun así, dejarlo entrar depende del mismo hombre en sí; el
olvido no representa el olvido, el olvido simplemente es ese motivo por el cual
seguir, ese motivo por el cual levantar la cabeza y ver el futuro porvenir, el
olvido no es olvido porque no hay forma de olvidar a alguien que en verdad te
importó, simplemente superar todo aquello que se vivió. Esto es lo que se llama
olvido, Daniel pudo comprender, que el olvido sólo existe cuando tu vida por
alguien no quieres detener.
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