Historias: Dos veintiunos (2x21)

Esta historia no puedo contarla sin contar dos, es por lo que el título no puede ser sólo veintiuno. Así es como hemos llegado apenas a la cuarta historia, y esto lo sé pues chequé las anteriores antes de comenzar a escribirla. El que el día de su publicación sea veintiuno puede que sólo sea coincidencia o no, si creen que lo averiguarán en las próximas líneas quédense y tal vez podrán descubrirlo. Algo que sí puedo decir en este momento, es que hay dos veintiunos verdaderamente importantes en mi vida, y es de ellos de los que hablaré. Compartan conmigo sus comentarios, si así lo desean, si se sienten identificados compartan este escrito, tal vez alguien más igualmente lo haga. Lean sólo hasta donde se aburran o simplemente ya no quieran saber más, no sé si sea larga o corta, depende de que tan afines a la lectura puedan llegar a ser. Comencemos otra más de mis historias, o debería decir, otras:
Creo yo que todos hemos tenido alguna vez un año que ha transformado nuestro mundo, ese en el que pasan cosas maravillosas que nos hacen cambiar completamente y forjar aún más nuestro futuro, un año de sueños y metas, un año, simplemente, especial. Recuerdo claramente cuando estaba en los últimos momentos de preparatoria, aquella en donde me llene de experiencias, buenos y malos momentos, conocí personas que cambiaron mi vida, simplemente mi realidad fue otra en ese lugar. Uno de los pensamientos más frecuentes que durante esos momentos se forjaron, fue el de que cuando tuviera veintiún años sería un ser humano de bien, al cual todos sus sueños se hicieran realidad, un hombre casi forjado por completo. Desde ese momento mis veintiún se pusieron en lo alto pensando en que sería el mejor año de mi vida, un año en el cual sería también mayor de edad a nivel internacional, y podría conducirme por el mundo sin ninguna barrera que lo pudiese impedir. Yo, con apenas dieciocho cumplidos anhelaba ya que tres años más de mi vida hubiesen pasado ya. Recuerdo como si fuese una cuenta regresiva los últimos meses de cuando yo tenía veinte, parecía que me faltaba mucho para lograr la felicidad en que tanto había pensado. Parece que les podría contar ese llegar, ese largo año como una historia en realidad, sim embargo, no es así. Algo que si les puedo decir antes de pasar a tomar esos veintiuno como pasado, es que ese año, justo el día que los cumplí, recibí uno de los regalos que más me han gustado, un cartel tipo vintage hecho por mi hermana, una de las personas a las que más siempre amaré. Es así como llego, y de la misma forma en que llegó ese año se fue, cuando me di cuenta ya tenía veintidós. Se sintió horrible haber pasado mi veintiuno sin hacer algo relevante en sí, o al menos eso sentía al tener ya veintidós, pero pasaron los meses y me di cuenta de que esos veintiuno estuvieron llenos de vivencias, tan llenas y tan grandes que ayudaron a forjar lo que ahora y en el futuro seré. De esta forma, desde ese instante decidí que mis veintiuno anhelados no había quedado atrás, sino que así como soñaba con todo lo que en ellos pasaría, debía soñar y hacerlo realidad cada año de mi vida, y es así como decidí tener más que un veintiunavo año de vida, decidí que todos fueran esos veintiuno soñados, llenos de mí, llenos de mis metas, llenos de aprendizajes y planes alcanzados. Es aquí donde debería ir un punto y aparte para continuar con la segunda historia, pero no lo haré en primera, porque debe contar aún como una historia, y en segunda, porque quienes quieran leer las historias no deben evitar alguna de ellas, leerlas en conjunto, de este modo conocerán ambas caras de la moneda por las que es importante el veintiuno para mí, así que punto y aparte para la número dos. El segundo veintiuno importante para mí no es un año, sino un día. La única relación que esta historia tiene con la primera, además del número, es que menciono a otra de las personas más importantes de mi vida, en la primera a mi hermana, y en esta, ya verán. Una vez alguien me dijo que no buscaba algo serio, o al menos eso comprendí yo, por lo que no le di la suficiente importancia como para llegar a conformar algo así, de esta forma, pasó el tiempo y yo inicie algo con alguien más. Siguieron las charlas, ciertamente algunas buenas, otras no tanto, pero el conocernos más se hacía realidad. Aquella relación paralela se volvió algo sin sentido, llegando con ella a su final. Aún recuerdo bien el día que, sabiendo que mi relación había terminado, llegó la propuesta, una propuesta de la que no estaba seguro decir sí, pues si bien ya nos conocíamos un poco más, yo no me encontraba tan estable para comenzar algo nuevamente. Es así como mi sí se trasladó a un mundo de pensamientos en los que no sabía qué hacer, flotaba, volaba, tal vez imaginaba mundos alternos en los que nuestras vidas se hubieran o no cruzado, no lo sé, eso se estaba convirtiendo en una pequeña eternidad. Llego el día, era un veintiuno, lo recuerdo y recordaré bien por siempre, se convirtió en uno de los días más especiales de mi vida hasta ese momento cuando por fin le dije sí. Había comenzado todo, había comenzado aquélla nueva pequeña gran historia que en otro escrito les contaré.
 ©JuanDanielPaz
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